Últimamente he estado reflexionando sobre los criterios evangélicos. Ante situaciones de trabajo, situaciones de confrontaciones, me he preguntado cómo resolver esos problemas. Más bien me he preguntado sobre las injusticias, las rivalidades, los valores que predominan para alcanzar lo que se considera felicidad o éxito. Me he dado cuenta de que vivimos en medio del mundo, inmersos en él, con sus criterios de actuación. En la sociedad actual los criterios de éxito se miden en productividad, utilidad, economía, eficiencia, reconocimiento y objetivos. Somos lo que conseguimos, lo que los demás ven de nosotros en sociedad. Valemos por lo que conseguimos no por lo que somos. Y se basa la felicidad en estos bienes tangibles. Desde nuestra fe, desde nuestra unión en Cristo, vemos que estos criterios se contraponen a los criterios del evangelio.
San Pablo nos lo dice claramente en la carta a los Filipenses 3,7-4: “Hermanos: Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”. Y es que el encuentro con el Señor cambia la vida porque nos volvemos templos del Espíritu Santo y desde ese momento vivimos por y para Él. Podemos tener muchas riquezas, ser triunfadores en el mundo pero es la riqueza interior, es estar lleno de Cristo lo que nos lleva a la verdades felicidad. Como nos explica Jacques Philippe en su libro: “la felicidad donde no se espera”, la clave de la felicidad, la base de la vida espiritual, de la santidad, no es otra que la pobreza de Espíritu. Solo vacíos de nosotros mismos, podrá actuar el Espíritu Santo. Solo con pobreza de Espíritu estaremos abiertos a una vida de acuerdo con los criterios del evangelio. Entonces no hablaremos de términos de acumulación, de riqueza, de adquisición de bienes… sino de encontrarnos con la verdadera felicidad. Solo así, se puede recibir plenamente la gracia del Espíritu Santo.
Los criterios del mundo nos ahogan con las exigencias de éxito, reconocimiento y bienes, y enmudecen muchas veces lo que somos por nosotros mismos. ¿Dónde buscas tu felicidad? ¿Dónde crees que la encontrarás?
En la carta a los Romanos San Pablo nos exhorta: “Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto”.
¿Cuáles son, entonces, los criterios “evangélicos”? Son todos aquellos criterios que Cristo nos ha enseñado y que nos ayudan a juzgar la realidad como Él y a actuar con coherencia. Y sobre todo vivir desde la gratuidad. Nada somos sin Él, nada podemos sin Él.
Para nuestra vida espiritual es clave la siguiente frase de la enseñanza de Jesús: “Gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente”. En palabras de Jacques Philippe es la libertad de recibirlo todo gratuitamente y de darlo todo gratuitamente. Pero se trata de recibir no por nuestros méritos o porque lo reivindiquemos como un derecho que tenemos sino según la generosidad y bondad de Dios. Entonces nos desprendemos de nuestro ego, de nuestras pretensiones, aceptándonos tal como estamos, tal como somos y nos dejamos llevar totalmente por la voluntad de Dios. “Y la fuerza de Dios se perfecciona en la flaqueza”. (co. 12,9-10).
Y es que los retos no son externos , están en nosotros. Es esencial para crecer en nuestro camino, comprender que no dependemos de nuestros esfuerzos, que no dependemos de nuestros conocimientos, que nada es nuestro. Todo son dones que nos son regalados y que tenemos que poner a disposición del Señor. Vivamos desde la gratuidad y por la gratuidad, siempre guiados en nuestro camino de la mano de Jesús.
Acerca de Cristina Martínez Segura
Cristina Martínez Segura, es profesora superior de piano, estudios realizados en el conservatorio de Valencia y licenciada en derecho por la Universidad de Valencia. Durante 12 años fue profesora de piano de conservatorio y posteriormente decidió volver al derecho. Actualmente tiene una empresa y es asesora en nuevas tecnologías y profesora de protección de datos y privacidad en entidades públicas.
En el terreno espiritual ha publicado su primer libro con la Editorial Monte Carmelo, colabora en su blog y escribe pequeñas oraciones diarias. Asimismo ha formado un grupo de oración llamado Betania.
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