Las cosas como son: el dinero no compra la felicidad, pero desde todas partes nos dicen que sí. La familia, el trabajo, los tíos, primos y amigos en la pantalla y la radio nos recuerdan que es bueno ser adinerado. Respeto, seguridad y placer se obtienen por un precio. ¿Te das cuenta? Ninguno de ellos es felicidad.
¿Por qué el dinero no compra la felicidad?: materialismo
El materialismo contradice la afirmación de que el dinero no compra la felicidad, porque la vida es solo lo que perciben los sentidos. Es ajeno a la trascendencia y al espíritu, así que naturalmente acarrea nociones incompletas, pero no sin valor.
A través de estudios estrictamente científicos (es decir, que se pueden medir y reproducir) se ha determinado que tenemos control sobre nuestra felicidad. Acciones decisivas como cambiar nuestros hábitos alimenticios, ejercitarnos y controlar conscientemente nuestra manera de pensar, mejoran la disposición.
Aunque sólo hasta cierto punto. Los cambios en nuestro ambiente son significativos, pero hay un límite para lo que se puede conseguir por uno mismo. Tarde o temprano hay que recordar que Dios, desde el principio de todo, nos hizo para vivir juntos.
“Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja…”
Tal cual un joven que viaja por el desierto en busca de su leyenda, el fin del viaje conduce al inicio. Hacer el bien a otros, compartir con otros, sanar nuestras relaciones; son consejos que dan los científicos. Pero, estos se describen en la Biblia desde hace mucho más tiempo.
Innumerables asalariados alrededor del mundo desdeñan su trabajo por la misma razón: sienten que carece de significado. No puede tenerlo si la única mísera recompensa es dinero. Solo Dios concede significado, todo lo demás es vanidad.