Es poco frecuente abordar en un estudio la vida religiosa de un poeta. Pero no es menos cierto que ha sido preocupación constante para muchos artistas en sus creaciones, donde subyace en unos casos la idea de Dios y, en otras, emerge con gran fuerza, como ocurre con el autor que nos ocupa.
Teniendo en cuenta que Gerardo Diego es un «católico poeta», como afirma Ernestina de Champorcin, no resulta sorprendente que este sea también para él uno de los rasgos que configuran su obra y su vida y que, por ello, pueda constituir el objeto central de este proceso de indagación poética.
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