Toda buena predicación sobre Jesucristo necesita de tres elementos esenciales: de la verdad (que enseñe), del bien (que mueva) y de la belleza (que deleite). No conocemos otra verdad que Jesucristo, ilumina la inteligencia; mueve y transforma la voluntad del que escucha y como comunicación estética y agradable, actúa en el sentimiento y en la sensibilidad: “Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado” (Napoleón Bonaparte), “No estudio por saber más, sino por ignorar menos” (Sor Juana Inés de la Cruz).
Es posible que en el momento actual, como tantas veces en la historia, sea el pensamiento cristiano al que toque la labor de recuperar la razón debilitada en el hombre de hoy, una razón esclavizada en un pragmatismo necesitado de ilusión; una razón iluminada por la fe potencia las capacidades creadoras del hombre, nos abre hacia un horizonte esperanzador: “No estamos en una época de cambios sino en un cambio de época” (Papa Francisco), “La Razón ha esclavizado a la Fe desde la Ilustración; es necesario salvar a la Fe para que la Fe salve hoy a la Razón” (Card Ángelo Scola).
Un mundo sin Dios, es un mundo egoísta, frío, duro y sin piedad en su aspecto más radical; el hombre queda encerrado en un falso mundo subjetivo. Un mundo en Dios, es un mundo en donación, con ternura, con cordialidad y misericordia, donde el hombre integrado, con fortaleza y paz interior, camina hacia adelante en objetividad y subjetividad a la vez: “El hombre puede construir un mundo sin Dios; pero, al final, ese mundo se volverá contra el propio hombre” (San Juan Pablo II), “Un mundo sin Dios es un mundo inhumano” (Benedicto XVI), “Disimular la verdad nunca produce buenos frutos” (Cardenal Vicente Tarancón).
El cristianismo no puede retirarse de la historia, no puede dejar de ofrecer lo mejor, no puede aceptar que en las personas y en la cultura de hoy se instale la muerte de Dios. El patrimonio cultural de Europa de ayer y de hoy nos habla, nos interpela y nos mueve a la acción; quitar a Dios del horizonte del hombre es empequeñecerlo, la muerte de Dios es la muerte del hombre.
Dios existe y Jesucristo está vivo… que se siga testimoniando hoy la presencia de Dios en los que aman y en los que dan la vida en las nobles causas de la humanidad. Hay presencia de la verdad, del bien y de la belleza en la historia, se sigue esperando el triunfo final de la justicia y del amor en el presente y en el futuro… para eso hace falta la recuperación de la razón, vivir en una razón amiga de la fe propiciando la necesidad de un nuevo encuentro entre ambas y salir de los límites en que la modernidad la había cerrado.
Acerca de Santiago Bohigues
Santiago Jesús Bohigues es Director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero de la Conferencia Episcopal Española.
Ha sido Doctor en Teología Espiritual por la Facultad del Norte de España, en Burgos. Igualmente, a lo largo de este tiempo ha sido vicario parroquial en las localidades de Muro de Alcoy, Cetla de Núñez, Alcocer, Benámer y Alginet así como párroco de Turís y Casinos.
Ha publicado 2 libros dentro de la Colección Mística y Místicos en la Editorial Monte Carmelo: El corazón humano de Cristo e Itinerario de maduración de la vida cristiana.
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