¿Cabe pensar que Jesús, llegado el momento de sentarse a la mesa en aquel anochecer, comienzo de la Pascua, despidiera a las mujeres que le habían seguido y servido siempre…? Parece evidente que Jesús ni lo pensó, ni lo hizo. La Cena del Señor nos vincula a los orígenes más genuinos y auténticos de la Eucaristía.