Desde que en el siglo IX fue compuesto, este himno ha resonado incesantemente en la liturgia de Pentecostés y en las asambleas cristianas, como una prolongada y solemne invocación del Paráclito.
Rico en intuiciones y en imágenes sugestivas, este himno es también un grandioso mural sobre el Espíritu Santo en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia. Tomando como pauta las invocaciones del himno (cada verso o cada título, una meditación) el autor nos ofrece un tratado completo –una verdadera Summa teológica y espiritual– sobre el Espíritu Santo inspirándose en la Escritura, en los Padres de la Iglesia, en la liturgia, en la teología católica, ortodoxa y protestante.
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