Mirando con amor y hasta con preocupación a este mundo en que vivimos hoy, tan maltratado por el egoísmo y consumismo, el cielo nos envía este mensaje de la Misericordia, como fuente de esperanza y tabla de salvación para la humanidad: “He abierto mi Corazón como fuente viva de Misericordia –dijo Jesús a santa Faustina–. Que todas las almas tomen vida en ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de Misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien”.
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