“Aquí tienes, lector», señala el autor, un fuego encendido que te ilumine y caliente. Y una mirilla por la que podemos asomarnos a las riquezas extraordinarias que el Señor depositó en Santa Teresa Benedicta de la Cruz… Para este preparador será bien gratificante si quien lea estas pocas páginas se anima a entrar en alguno de sus grandes libros para internarse en Dios de la mano de esta gran mistagoga”.
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