Será bueno descubrir que muchos de nosotros, estamos malheridos. Que es necesario buscar y acercarnos a los testigos de la presencia de un Dios vivo y vivificante. Olfatear en las iglesias y en las comunidades a los verdaderos testigos de la presencia de Dios y sentarnos a su lado. Olvidar a los charlatanes de lo espiritual y sentarnos al lado de los verdaderos maestros en el caminar espiritual.
Quizá, escuchamos a muchos hablar de Dios, pero algunos no dejan hablar al mismo Dios. Necesitamos recuperar el camino de los monasterios. Sentarnos en sus atrios y volver a escuchar el pausado ritmo de la oración de hermanos y hermanas que se dan el tiempo necesario para las «cosas de Dios». Necesitamos parar en medio de la semana y juntarnos a orar con otros. Descubrir los grupos de oración que florecen en la Iglesia. Necesitamos orar y servir a los demás. Sentarnos al lado de los verdaderos servidores del Reino; de los que atienden al necesitado como el más claro gesto que pueden hacer de amor a Dios. Olvidar a embaucadores de lo social que han hecho creer al mundo que la Iglesia es una ONG barata.
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