La Semana Santa es el corazón del año litúrgico cristiano. Sus celebraciones son tan importantes que las preparamos durante cuarenta días (la Cuaresma) y las prolongamos durante cincuenta días más (el Tiempo Pascual, que dura hasta Pentecostés). Pero, ¿por qué esa semana es tan singular?, y ¿por qué la Iglesia dedica tanto tiempo a prepararla? La respuesta es sencilla: Durante los últimos días de la vida mortal de Jesús tuvieron lugar varios acontecimientos extraordinarios que prepararon el desenlace definitivo: resurrección de Lázaro, entrada triunfal en Jerusalén, predicación sobre los tiempos finales, última cena, traición de Judas… Después vino la muerte, sepultura y resurrección del Señor. Sobre la memoria de estos sucesos se construyó la fe cristiana.
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