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La sinodalidad en la vida y en la misión de la iglesia, por Santiago Bohigues

La sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio, siguiendo el pensamiento del Papa Francisco; la sinodalidad es dimensión constitutiva de la Iglesia.

La palabra < Sínodo > en lengua griega se aplica a los discípulos de Jesús convocados en asamblea; esta asamblea que se convoca para dar gracias y cantar alabanzas a Dios, es una realidad armónica donde todo se mantiene unido en un mismo coro, en un mismo sentir.

Desde los primeros siglos de la Iglesia, los < Sínodos > eran las asambleas diocesanas, provinciales o regionales, patriarcales o universales que se reunían para discernir las cuestiones doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales, a la luz de la Palabra de Dios y escuchando al Espíritu Santo; están se iban dando periódicamente.

La sinodalidad indica esa forma de vivir y de obrar de la Iglesia que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora. Sinodalidad quiere significar corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia; hoy esta llamada está lleva a encarnarse en la historia, en creativa fidelidad a la Tradición, fieles a la novedad del amor de Dios en un nuevo impulso misionero.

La comunión se vive en la unión con Dios Trinidad y en la unidad entre todas las personas humanas mediante el Espíritu Santo en Cristo Jesús; la unión con Dios y la unidad en Él de todo el género humano que se cumple en Jesucristo y se realiza a través del ministerio de la Iglesia deben animar y regular la vida, las estructuras, los procesos y los acontecimientos sinodales.

La perseverancia en el camino de la unidad a través de la diversidad de lugares y culturas, situaciones y tiempos, es el desafío al que debe responder el Pueblo de Dios para caminar en la fidelidad al Evangelio mientras siembre la semilla del amor de Jesucristo en la experiencia de diversos pueblos. La sinodalidad se manifiesta desde el comienzo como garantía y encarnación de la fidelidad creativa de la Iglesia a su origen apostólico y a su vocación católica.

En la Iglesia católica con los siglos se ha afirmado la autoridad primacial del Papa con el peligro de debilitar la conciencia de las Iglesias locales, buscando en su historia formas para mantenerla y revitalizar. San Juan Pablo II, con ocasión del Jubileo del año 2000, hizo un balance en el camino recorrido de encarnar el misterio de la Iglesia en diversas estructuras de comunión para los diferentes momentos históricos: < Se ha hecho mucho pero queda ciertamente aún mucho por hacer para expresar de la mejor manera las potencialidades de estos instrumentos de la comunión… (y) responder con prontitud y eficacia a los problemas que la Iglesia tiene que afrontar en los cambios tan rápidos de nuestro tiempo >.

La sinodalidad  no designa un simple procedimiento operativo de la Iglesia, sino la forma peculiar en que vive y opera; en el don y en el compromiso de la comunión se encuentran la fuente, la forma y el objetivo de la sinodalidad.

El camino sinodal de la Iglesia se plasma y se alimenta con la Eucaristía. Es < el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, tanto universal como local, y para todos los fieles > (Misal Romano, Ordenación General, 16). La comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene como consecuencia que «aunque seamos muchos, somos un solo Pan y un solo Cuerpo, porque todos participamos de un solo Pan» (1 Cor 10,17).

La Iglesia camina con Cristo, por medio de Cristo y en Cristo. La Iglesia está llamada a seguir sobre las huellas de su Señor hasta que Él vuelva; es el Pueblo del Camino hacia el Reino celestial. La sinodalidad es la forma histórica de su caminar en comunión hasta el reposo final.

La parresía en el Espíritu que se pide al Pueblo de Dios en el camino sinodal es confianza, franqueza y valor < para entrar en la amplitud del horizonte de Dios > para < asegurar que en el mundo hay un sacramento de unidad y por ello la humanidad no está destinada al extravío y al desconcierto > (Papa Francisco).

Acerca de Santiago Bohigues

Santiago Jesús Bohigues es Director del Secretariado de la Comisión Episcopal del Clero de la Conferencia Episcopal Española.

Ha sido Doctor en Teología Espiritual por la Facultad del Norte de España, en Burgos. Igualmente, a lo largo de este tiempo ha sido vicario parroquial en las localidades de Muro de Alcoy, Cetla de Núñez, Alcocer, Benámer y Alginet así como párroco de Turís y Casinos.

Ha publicado 2 libros dentro de la Colección Mística y Místicos  en la Editorial Monte Carmelo: El corazón humano de Cristo e Itinerario de maduración de la vida cristiana.

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