Lunes, 27 de abril
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29)
La creación es un regalo que fluye de la mano abierta del Padre de todos. Hay que mirarla con la mística de los ojos abiertos. La contemplación de la creación, descubrir que todo ha sido creado en el Verbo, nos lleva a la alabanza, al agradecimiento, a una fe más profunda. Para llegar lejos, entramos en la interioridad; para ser “uno”, “nosotros”, con Jesús, abrazamos a todo el mundo; para disfrutar de su gozo, abrazamos a los más necesitados y, por ello, más capaces de amor.
Dios lo llena todo y todo te puede llevar a Dios. Ábrete confiado a su Presencia.
Martes, 28 de abril
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre” (Jn 6, 35)
¡Comer el pan de vida! ¡Sentir cómo nos envuelve la inagotable ternura de Cristo! Para experimentar la capacidad de amar de Cristo, para que el pan sea pan de todos, para pensar el mundo como una familia de hermanos, para cuidar de las criaturas más pequeñas. Esto no es un sueño, es posible no con nuestras fuerzas, sino con la fuerza del amor desmedido de Dios. Todo ser humano quiere y desea ser amado. La vida compartida elimina las fronteras.
Todos somos familia humana, interconectados, interdependientes, con necesidad de cuidar la vida que Dios nos regala en cada instante.
Miércoles, 29 de abril
«Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna» (Jn 6, 40)
En el centro de Dios siempre están los descentrados. Su deseo es que todo ser vivo tenga vida en plenitud. Hay salidas diferentes a la guerra y a la muerte: clamar por la paz, condenar la indiferencia ante las diversas crisis que afectan a la humanidad. La hierba verde en el valle indica dónde se esconde el agua. La vida, desplegándose como un bello arco iris después de la tormenta, desvela la presencia de Cristo. Si nos guardamos el agua, ésta se corrompe. Si la damos, el pozo se convierte en un surtidor inagotable.
El ser humano, dotado de inteligencia y de amor, y atraído por la plenitud de Cristo está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.
Jueves, 30 de abril
«Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí» (Jn 6, 45)
Hay mañanas en las que miramos con desaliento cómo el mundo se va haciendo malvado a gran velocidad. La vida nos humilla en la dignidad, en la esperanza. Pero en medio de nosotros está Cristo Resucitado. Solo con Él todo lo perdido encuentra sentido. Y, junto con Él, hay muchos hombres y mujeres capaces de escuchar y responder a los gritos de los que necesitan salud, paz, tennura. No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos.
Porque Cristo está en medio aguardamos un futuro mejor con una esperanza activa.
Viernes, 1 de mayo
SAN JOSÉ, obrero
“Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta” (Mt 13, 57).
En su tierra y en su casa no lo entienden. Le duele a Jesús tener que decir esto. En nuestra tierra se sigue despreciando al que dice la verdad y no habla con falsedad. Tú sabes que en Jesús encuentras respuesta a las expectativas más íntimas de tu corazón. Pero tienes que saber que puedes ser despreciado.
Que ninguna dificultad frene mi amor a ti, Jesús, Quiero testimoniar tu amor con valentía. ¡Dame la fuerza de tu Espíritu!
Sábado, 2 de mayo
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes Palabras de vida eterna» (Jn 6, 68)
El ser humano ha hecho cosas asombrosas en el planeta, hemos logrado saber dónde habitamos, incluso saber lo que hay más allá de las estrellas. Si pensamos en la capacidad de investigar y conocer, no dejamos de maravillarnos, es algo absolutamente extraordinario. Pero la crisis del “covid-19” dejó al descubierto la precariedad del ser humano, nos recordó que somos mortales, que la potencia militar y la tecnología nos bastan para salvarnos.
La vida es un asombro compartido ante las pequeñas cosas de cada día: comer, estudiar, libertad. Y siempre tenemos la oportunidad de contemplar, como un dejarse nacer en cada instante.
Señor, nosotros creemos y sabemos que Tú tienes palabras de vida.