Esta semana queremos destacar la obra de Edith Stein una de las Autoras Destacadas en la Editorial Monte Carmelo y en la Editorial de Espiritualidad (EDE)
Teresa Benedicta de la Cruz nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, mientras la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña. Precisamente esta fecha de nacimiento fue para la carmelita casi un vaticinio. El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa debió hacer frente tanto del cuidado de la familia como de la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. En 1911 comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización «Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto». En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado.
Al estallar la primera guerra mundial escribía: «ahora ya no tengo una vida propia». Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Al cerrar el hospital militar en 1916, obtuvo el doctorado «summa cum laude» con una tesis «Sobre el problema de la empatía». En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente Edith Stein vuelve a Breslau, escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como este no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.
En el verano de 1921, descubre a santa Teresa de Ávila. En enero de 1922 Edith Stein se bautizó, «había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios». En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada. Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta 1931.
En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser «instrumento de Dios». «Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él «. En 1933 la noche se cierne sobre Alemania. «Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío». El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. «Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí «. «Me había convertido en una extranjera en el mundo».
En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito, en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. Escribe en 1938: «bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto». En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: «que ya sólo en amar es mi ejercicio».
El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.
En 1942, Edith junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt es llevada por la Gestapo al campo de concentración de Westerbork. El 9 de agosto de ese año, Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, muere en las cámaras de gas del campo de exterminio de Auschwitz. Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a «una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo «.
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