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Descubre las exclamaciones de Teresa de Jesús

En la edición príncipe de este escrito teresiano (Salamanca 1588), fray Luis de León le dio el título: «Exclamaciones o meditaciones del alma a su Dios, escritas por la Madre Teresa de Jesús en diferentes días, conforme al espíritu que le comunicaba nuestro Señor después de haber comulgado: año de 1569».

Este epígrafe contiene prácticamente todo lo que sabemos del libro, aunque, por desgracia, no todos los datos consignados por fray Luis son seguros: ni la fecha de composición, ni su relación con las comuniones eucarísticas de la Autora. De hecho, a lo largo de las 17 Exclamaciones no aflorará alusión alguna al Sacramento del Altar. Las «exclamaciones» pertenecen al género literario de los soliloquios. Santa Teresa conocía especialmente los atribuidos a san Agustín, los altisonantes soliloquios de Job en el libro bíblico y en los Morales de san Gregorio, los incandescentes soliloquios insertos en las «Confesiones» del santo de Hipona, las deliciosas oraciones monologales de la «Vida de Cristo» del Cartujano Landulfo de Sajonia, y tantos otros soliloquios espirituales. Los escritos por la Santa no responden a un plan orgánico. Más bien reflejan la espontaneidad y el ardor de su alma en momentos de alta incandescencia. A impulso de esa espontaneidad, es normal que las diecisiete exclamaciones den paso a los temas espirituales más intensamente sentidos por ella: su profundo sentido de la vida («¡Oh vida, vida…!») y su expectativa de la muerte. Su sentido de la ausencia de Dios, de su magnificencia y misericordia. Su amor a la Humanidad de Cristo («¡Oh fuentes vivas de las llagas de mi Dios …!»). Su abismal sentido del pecado y del infierno. Su anhelo de compartir la gloria de los bienaventurados («¡Oh almas que ya gozáis…!»). Ya en el Libro de la Vida, la autora había confesado el fuerte anhelo que con frecuencia la asaltaba de salir a plazas y calles para clamar y dar voces. Igual deseo de dárselas a sí misma. Aquí da rienda a esa necesidad interior de clamar como un profeta. En conjunto, sus «exclamaciones» forman un pequeño oracional o una especie de salterio teresiano. No solo están transidas de lirismo, sino que a veces tienen cadencia y ritmo interno, a la manera de los salmos bíblicos. No se conserva original alguno de este escrito de la Santa. Los pretendidos autógrafos del mismo son puros amaños, elaborados a base de letras recortadas de otros autógrafos suyos. El texto que sigue reproduce el editado por fray Luis de León a modo de apéndice del Castillo Interior (Salamanca 1588, pp. 269-304).

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