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Defendamos al Papa Francisco, por Daniel Camarero

En los días en que precisamente el Papa Francisco estaba en Irlanda, para celebrar el Encuentro de las Familias, donde además iba a tener un encuentro con las víctimas de abusos sexuales, el Cardenal Viganó, hizo pública una carta en la que acusaba al Papa del conocimiento detallado del tema y de no actuar en consecuencia.

El asunto no es nuevo, la acusación sí. La acusación va más lejos, incluso a pedir del Papa su dimisión. Por ello es nueva en los términos y es nueva en la oportunidad. Cuando el Papa Francisco estaba en Irlanda, una de las poblaciones más afectadas por los escándalos de los abusos sexuales.

Por todo ello, y también porque se supone (o se sabe) que detrás de esa carta hay otras personas no firmantes, personas de alto grado en la nomenclatura eclesial. Aun así son quizá pocos, pero notables y con influencia.

Ciertamente, por este cúmulo de motivos, la acusación hizo mella en el rostro del Papa, lo que se le notó en muchos de sus populares encuentros con la gente. Sin duda más serio y más preocupado.

El asunto tiene más miga. Pretende desnortar el papel del Papa en la Iglesia. Sin duda porque no se está de acuerdo con su apertura, con su lema de que quiere “una Iglesia en salida” donde la Iglesia no se encierre en sí misma, sino que se abra más a las necesidades del mundo.

Una Iglesia, por otra parte, más misionera, más posada, más hospital de campaña, y también y sobre todo, una Iglesia más corresponsable, donde los laicos y la mujer, tengan más responsabilidad, y donde cada cristiano sienta su deber de “ser discípulo y misionero”. En definitiva una Iglesia más acorde con el Evangelio.

Este es el problema, de que quizá todavía algunos están demasiado agarrados al poder y algo menos al servicio. No acaban de recordar las palabras de Jesús, después de lavar los pies a los apóstoles: “Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo que soy el Maestro y el Señor os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros. Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros.” (Jn. 13, 12b-15). Todos estamos obligados a servir y a no ansiar el poder, pero comenzando por los que más altos están, quizá porque tengan más peligro de “situarse en el poder”.

Por eso nos llega la hora en la que por amor al Evangelio y por servicio a la Iglesia que debe abrir más cada día su mensaje al mundo, debemos actuar y en este caso, actuar defendiendo al Papa Francisco.

Acerca de Daniel Camarero

Daniel Camarero es sacerdote diocesano perteneciente al Instituto Español de Misiones Extranjeras. Ha pasado la mayor parte de su vida sacerdotal en América Latina (Colombia y Perú), atendiendo sobre todo a la formación del laicado, así como la defensa y promoción de los derechos humanos.

Actualmente está en la zona rural de la Archidiócesis de Burgos, atendiendo pastoralmente a unos cuantos pueblos. Sigue preocupado por la formación integral de los laicos y por ello ofrece sus reflexiones a partir de algunos elementos centrales de nuestra fe y el testimonio de una vida concreta que murió en Auschwist, testigo del amor de Dios y de la entrega a las personas sufrientes: Etty Hillesum.

Algunos de sus títulos más destacados  en la Editorial Monte Carmelo  son “La Chica que no sabía arrodillarse” ,  “Vete y haz tú lo mismo”  y “Ocho cartas para Ana”.  

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